El término acné rosácea dispara todas las alarmas en mi mente y mi ser. He padecido y sufrido acné severo desde que tenía más o menos 13 años, seguido de rosácea en la edad adulta.
Y durante años y años he tenido la misma pregunta sin respuesta: ¿qué causa el acné rosácea?
El camino hasta obtener mi respuesta te lo puedes imaginar: multitud de especialistas y dermatólogos tanto de la salud privada como pública. Innumerables cremas, tratamientos faciales, dietas y medicamentos. El coste en dinero, tiempo y frustración: incalculable.
Tratamiento común del acné rosácea: ¿por qué no funciona?
Han sido unos cuantos los dermatólogos que he consultado. Me han podido gustar más o menos pero absolutamente todos tienen un denominador común: diagnostican y tratan el síntoma, no la causa.
De hecho, todos coinciden en que el acné rosácea es una enfermedad “crónica de origen desconocido”. Hay algo más frustrante?
Como se desconoce el origen/causa, todos los tratamientos van en la línea:
- Medicamentos: antihistamínicos, antibióticos, roacutan
- Higiene facial: mantener la piel siempre limpia y utilizar geles especiales, cambiar a menudo las fundas de las almohadas, intentar no tocarse la cara, etc
- Tratamiento facial: cremas y lociones, ungüentos con principios activos como antibióticos o corticoides
- Dieta: evitar comer fritos, azúcares, productos con aditivos, eliminar el tabaco y el alcohol…
Todos estos puntos, excepto por el de la dieta, simplemente tratan el síntoma, es decir, intentan aliviar o eliminar las rojeces, inflamaciones o protuberancias en la piel que en conjunto es el acné rosácea. Y funciona…. los síntomas desaparecen… pero solamente durante el tratamiento.
¿Y qué pasa cuando dejas de tomar la medicación o aplicar las cremas? Pues que el problema vuelve, y en muchos casos con mayor severidad.
La dieta es el único factor que sí puede estar relacionado con el origen o causa del acné rosácea y más adelante explicaré por qué.
Alternativas al enfoque médico tradicional
Hace unos dos años tomé la determinación de buscar otras vías para intentar curar mi acné rosácea. Todo hasta ese momento había fallado y de forma estrepitosa.
De hecho, para lo único que me sirvieron los tratamientos fue para empeorar mi salud general – es sabido que los antibióticos tienen un efecto devastador en nuestra flora intestinal – incluida la de mi piel, dejándola más sensible y con menos defensas además de seguir con los brotes de acné.
No hablemos ya del ataque a mi bolsillo y a mi autoestima.
Terapias alternativas
En mi caso concreto estos fueron los pasos que seguí. He de decir que no fue un camino directo pero en perspectiva sí puedo afirmar que cada paso me llevó un poquito más cerca de la solución.
Iriología y Nutrición Avanzada
En primer lugar decidí probar, por consejo de una amiga, un centro de nutrición avanzada en el que realizan estudios de iriología.
La irioligía consiste en un análisis de los diferentes signos e indicadores que se presentan en el iris humano y que son un espejo de nuestro estado físico. Estos signos reflejan diferentes condiciones orgánicas que ayudan al especialista a conocer el estado de salud general de la persona y le permiten hacerse una idea concreta sobre las partes del cuerpo que pueden sufrir un desequilibrio.
La iriología es también muy eficaz para detectar cuál puede ser la causa de un problema de salud cuando este tiene un origen incierto o confuso.
Mi estudio de iriología apuntó a un desequilibrio en mi intestino. Según el especialista, mi intestino presentaba una sobrecarga y me prescribió una dieta bastante estricta y complementada con suplementación natural durante 3 meses.
Mi acné rosácea no mejoró, pero el diagnóstico no iba desacertado…..
Terapia con ondas curativas
Mi siguiente paso fue consultar a un médico conocido de la familia de mi pareja, quen a través de la acupuntura había conseguido curar varias dolencias, entre ellas alergias.
En la primera consulta me hizo muchísimas preguntas relacionadas con mi salud general, durante la infancia y en la edad adulta. Enfermedades hereditarias, nivel de estrés, depresión, etc. Algunas de las preguntas no tenían relación aparente con un problema de piel…
Tras el interrogatorio, observar muy de cerca mi piel y tocarme en diversas partes del cuerpo, diagnosticó que el problema estaba relacionado con mi intestino! Tengo que aclarar que en ningún momento le había mencionado el diagnóstico del especialista en iriología!
Con esta coincidencia, empecé a creer que podría estar cerca de la solución.
El tratamiento consistió en varias sesiones de ondas curativas, que podía sentir de forma muy sutil en las zonas tratadas: principalmente el intestino pero también la válvula esofágica – al determinar que no funcionaba correctamente y podría producir reflujo – y zonas de la garganta.
Durante las semanas y meses de tratamiento, mi piel comenzó a mejorar visiblemente. Los brotes de rosácea eran menos frecuentes y bastante menos agresivos.
Acabé el tratamiento justo antes del verano y mi intención era continuarlo a la vuelta de las vacaciones.
Osteopatía
Por casualidades de la vida, y por un tema totalmente ajeno al acné rosácea, a la vuelta de vacaciones pedí cita con una osteópata que me recomendó mi entrenador físico.
Nunca había acudido a la osteopatía y en realidad no sabía y todavía no sé exactamente cómo definirla. Por mi experiencia, la definiría como un conjunto de técnicas y terapias naturales (manipulaciones articulares, técnicas de energía muscular, de movilización, de estiramiento, etc) que tratan la salud del individuo de forma global.
El caso es que con cada sesión empecé a notar que mi piel se relajaba y mejoraba. Fue entonces cuando le comenté a mi osteópata mi problema de acné rosácea, que en ese momento ya no era tan evidente (como he mencionado el motivo de mi consulta era otro)
Me explicó que estaba tratando mi cuerpo de forma integral, centrándose en las distintas llamadas de atención que percibía. Y el intestino era uno de los puntos que estaba manipulando.
Todo está relacionado en nuestro cuerpo y a menudo la manifestación de un problema tiene su origen en algún otro punto de nuestro organismo.
Mi osteópata fue un paso más allá: me habló de la importancia que tiene la microbiota o flora intestinal en nuestra salud global y me aconsejó que me hiciese una analítica para detectar un probable desequilibrio.
Los resultados apuntaron a una deficiencia de las bacterias que protegen la pared del estómago, lo que facilita que partículas nocivas se cuelen en mi riego sanguíneo. Esto provoca una activación de mi sistema inmunológico y una inflamación en mi piel, además de sensación de cansancio.
La cura del acné rosácea – mi caso
Comencé a seguir una dieta especial centrada en:
- Evitar el azúcar, los alimentos procesados, el gluten y el exceso de productos de procedencia animal, en especial la carne roja.
- Consumo de frutas, verduras y alimentos que de forma natural contienen prebióticos y probióticos.
- En base a estos resultados de la analítica de microbiota, mi osteópata me recetó suplementación de prebióticos y cepas de probióticos específicos.
Mi piel ha mejorado de forma increíble: los granitos y rojeces han desaparecido y tiene un aspecto sano. Algunos días me sale alguna rojez pero muy leve y enseguida desaparece.
La cura de mi acné rosácea ha mejorado muchísimo mi vida, no solamente desde el punto de vista estético, sino también de mi salud general. Me siento con más energías y ánimo, además de disfrutrar de una mayor autoestima.
Si quieres saber un poquito más acerca de la microbiota, puedes leer este post.
Y si tienes cualquier pregunta, comentario o experiencia que compartir, por favor no dejes de escribirme!
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